"Un hombre principal le preguntó, diciendo: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino solo Dios." (Lucas 18:18-19)
"Entonces volviéndose él, los reprendió, diciendo: Vosotros no sabéis de qué espíritu sois; porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas..." (Lucas 9:55-56)
Muchos hablan, muchos predican, muchos llenan iglesias, muchos leen demasiados libros, muchos hacen tantas cosas, pero pocos son los que con corazón sincero aman la Escritura y estudian, horas, días y meses, por conocer a Dios, pocos son los que con integridad se rigen y con manos limpias se presentan ante el Señor, pocos son aquellos que aman a las almas perdidas, y predican el evangelio, no para que esas personas mejoren sus vidas, sino para su alma no se pierda, ¡Hermanos, hasta que logren entender, que todo ser humano, ha infringido la Ley de Dios, y que su ira santa, caerá sobre esta tierra con un juicio que nunca antes se ha visto en la historia, predicaran desesperadamente a toda criatura, dejaran de desperdiciar el tiempo!, lamentablemente no todos hacemos esto, vivimos ocupados, y desatendidos de las cosas del Señor, vivimos un hermoso Cristianismo hecho conforme a nuestra semejanza, ¡Muchos somos niños todavía!.
La salvación no es para aquellos que se lo han ganado, sino para aquellos a quien Dios quiere salvar, y si llegas a pensar que alguien no merece salvación o perdón o misericordia de parte de Dios, aún no has entendido el evangelio, y el problema que nos hemos encontrado hoy en día, es "¿Quién, pues, podrá ser salvo?", muchos aseguran la salvación por una vana oración insignificativa, de la cual explican y defienden que profesando con sus labios, serán salvos, pero olvidan que esto no es una obra que tú hayas comenzado, ni que tú puedas o vayas a terminar.
"No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos." (Mateo 7:21)
No fuimos llamados a pretender saber quien es salvo o quien no, fuimos llamados a predicar el evangelio a toda criatura, pero no podemos andar diciéndole al mundo que será salvo, cuando la obra redentora de Dios no ha hecho un cambio en ti.
"Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?" (Mateo 7:16)
Creer que toda persona será salva, sin duda alguna pareciera ser una idea válida para algunas personas, al pensar, "¿Cómo un Dios amoroso podría enviar gente al infierno?", pero debemos recordar que el universalismo es incorrecto, claramente no todas las personas se salvaran, similar a los días de Noé, Dios escoge vasos de honra y deshonra.
"Los mandamientos sabes: No adulterarás; no matarás; no hurtarás; no dirás falso testimonio; honra a tu padre y a tu madre." (Lucas 18:20)
Con todo esto, ¿Hacia dónde me dirijo con todo lo anterior mencionado?, si recuerdan, de lo que hemos estado hablando anteriormente y en el blog pasado, del pequeño detalle que Cristo vio, y con ello glorifico a Dios, e incluso con esto, nos Dio una tremenda enseñanza, sabiendo que no hay nadie bueno, sino solo Dios, pero, ahora nos encontramos a Cristo contestando la pregunta antes mencionada por aquel hombre principal, de una manera que, para muchos de ese tiempo, seria como escuchar campanitas en los oídos, porque ¡Ellos se dedicaban a cumplir todas estas cosas!, pero aunque para sus ojos todo esto parecía bueno, algo faltaba:
"Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento." (Isaías 64:6)
Pareciera que Cristo alude, a que la salvación es por obras de la Ley, ya que es a ella a la que acude, pero él está viendo algo más de lo cual nosotros no podríamos ver, pero que ahora apreciamos, y lo sabemos gracias a esta promesa:
"Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra." (Ezequiel 36:26-27)"Él dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. Jesús, oyendo esto, le dijo: Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme." (Lucas 18:21-22)
¿Cuántos no hemos contestado así?, levantando la cabeza, y vanagloriándonos de cosas que solo Dios hace en nosotros para la gloria de su nombre, y... escuchar a todos esos predicadores, que buscan levantar el nombre de un mismo, para alcanzar el éxito personal, para alcanzar la gloria, para vivir como reyes, todo porque Dios es Rey de reyes, es ¡Basura!. Ese hombre, no solo no contesto, "todo esto lo he guardado", sino que añadió, "desde mi juventud", e incluso podríamos llegar a pensar con esto, que este era un hombre intachable, como muchos afirman hoy en día ser, y antes de continuar, ¿Cuántos hemos visto a algún hermano así en la Iglesia?, proclamar todos sus años en la Fe, como si fueran esfuerzo suyo, decir todos los cargos y talentos que tiene, como si él hubiera podido dárselos a sí mismo, más Jesús contestando, como nunca nadie hubiera preguntado a alguien después de escuchar tal declaración:
"Jesús, oyendo esto, le dijo: Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme." (Lucas 18:22)
¿Por qué Cristo le dice que le falta esto?, ¿Acaso querrá decir que cualquiera podrá ser salvo si primero vende todas sus cosas y luego lo da a los pobres, y recompensa tendrá por esto?, probablemente, han escuchado este tipo de mensajes de prosperidad, donde gritarían en esta parte del pasaje, pero este no es el caso. Cristo menciona esto, porque el sabía, que aunque aquel hombre afirmaba haber guardado toda la ley, excepto una cosa, que es la cual no se menciona, y si recuerdan, los diez mandamientos, pero si no, hagamos memoria a ellos y son estos:
"
- No tendrás dioses ajenos delante de mí.
- No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. 5 No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, 6 y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.
- No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano.
- Acuérdate del día de reposo[a] para santificarlo.
- Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da.
- No matarás.
- No cometerás adulterio.
- No hurtarás.
- No hablarás contra tu prójimo falso testimonio.
- No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.
" (Exodo 20:3-17)
Si observamos con detenimiento, Cristo solo le menciona los últimos 7 mandamientos de la Ley, más el hombre se le pasaron por desapercibidos los primeros 3, y erguido contesto, que él había guardado todo esto mencionado por Jesús, pero una cosa, los 3 primeros mandamientos, fueron olvidados, no accidentalmente por Jesús, ni por aquel varón, ya que ese varón no tenía puesto en su corazón como primer lugar él:
"Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. 39 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas." (Lucas 22:36-40)
No era nueva esta pregunta para Cristo, él ya la había contestado antes, pero:
"Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre." (Juan 2:24-25)
Cristo, conociendo el corazón de este hombre principal, le menciona lo único que el no había guardado desde su juventud, ni desde nunca, puesto que él no podía cumplir la Ley al 100% tanto de lo que el tanto alardeaba, el amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón.
"Jesús, oyendo esto, le dijo: Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme." (Lucas 18:22)
A Cristo no le interesaba tanto en este momento los pobres:
"Siempre tendréis a los pobres con vosotros, y cuando queráis les podréis hacer bien; pero a mí no siempre me tendréis." (Marcos 14:7)
Ya había hablado de ellos anteriormente, pero en realidad, lo que a Cristo le interesaba en este momento, era que el hombre se diera cuenta de su muerte espiritual, y vemos como inicia atacando directamente al pecado de su corazón, el amor a las riquezas y terminando con el primer mandato, amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, al decirle, ven y sígueme:
"Jesús, oyendo esto, le dijo: Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme." (Lucas 18:22)
"Entonces él, oyendo esto, se puso muy triste, porque era muy rico." (Lucas 18:23)
Dios, es el que inicia, y termina la buena obra no tú, no te vanaglories de aquellas cosas de las cuales solo a Dios les pertenece, ¡A ti no te nace leer las escrituras, a ti no te nace caer de rodillas a hablar con Él!, Dios conoce nuestro corazón, ruega para que tu mismo conozcas al tuyo, y veas aquello que no le agrada al Señor y lo extermines, pero te enseño características del Corazón.
"Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?" (Jeremias 17:9)
Aquel hombre creía estar bien delante del Señor, más su corazón lo había engañado.
"Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno." (Salmo 139:23-24)
Aquel hombre no fue humilde, al no rogar a Dios, si realmente llevaba una vida de rectitud e integridad, de santidad y gloria a Dios, como él juzgaba.
"¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos." (Salmo 19:12)
El que busca glorificar al Padre, busca librarse de todo aquellos que no le agrada a su creador, más el hombre principal, no sintió pesar por haber vivido mal toda su vida, sino porque amaba más al dinero que a Dios y le pesaba dejarlo.
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