Es importante por lo tanto, valorar la calidad de nuestra fe en Dios, y si en verdad aceptamos a Cristo con el corazón y no tan solo con la mente, así que si algún hermano está viviendo en pecado o ha recaído una vez más, sepa que Dios está dispuesto a perdonarle y es necesario que le confiese su pecado y se arrepienta antes que sea demasiado tarde, pues "horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo" (Hebreos 10:31), ya que si eres un hijo de Dios y pecas serás castigado (Hebreos 12:6), y si estas en pecado y no has recibido de Dios ninguna reprensión, entonces se debe a que no eres su hijo y por tanto te animo a postrarte delante de Dios, arrepentirte y aceptar a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida.
El domingo 7 noviembre de 1999 el calendario de la "Nueva Semilla" publicó la siguiente reflexión que ayuda a comprender mejor la intercesión de Jesús ante el Padre por nuestro pecados:
CRISTO NUESTRO ABOGADO
"Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguna hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo" (1 Juan 2:1-2).
El estado práctico del creyente debería corresponder a lo que Dios hizo de él: un redimido que posee la vida eterna y conoce a Dios como su padre. Más aún, el creyente tiene comunión con el Padre y con su hijo Jesucristo; esta relación de amor en luz le procura un gozo cumplido al que nada se le puede agregar.
Sin embargo, durante nuestra vida en la tierra encontramos circunstancias que ponen a prueba nuestra Fe, nuestro amor, nuestro celo, nuestra justicia práctica, nuestra separación del mal, por lo que estamos obligados a reconocer que "Todos ofendemos muchas veces" (Santiago 3:2). Cuando "ofendemos", pecamos, y eso afecta nuestra comunión con el Padre.
Esa situación no deja al Señor Jesús indiferente, porque pagó un precio infinito para establecer nuestra relación de Hijos con el Padre. Como abogado va a tomar nuestra causa en sus manos, hasta que nuestro estado espiritual nos permita tener de nuevo comunión con el Padre.
Por medio de su Palabra y la acción del Espíritu Santo,nos lleva a confesar nuestros pecados, único recurso para recibir el perdón y ser limpiados "de todo pecado". Solo entonces se restablece la comunión con el Padre; esto es posible porque los atributos de la naturaleza divina -Luz y Amor- fueron puestos a nuestro favor por la obra de Cristo en la cruz.
VERSÍCULOS:
Hebreos 10:31
Hebreos 12:6
1 Juan 2:1-2
Santiago 3:2
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